“Obedecer
te conviene”
Deuteronomio
15:5-6
¡Carlitos! ¡Bájate de
ahí!—gritó aquel hombre al ver a su hijo de siete años subirse a la escalera
para bajar su pelota de la marquesina. –Pero papá, quiero mi pelota-- contestó y subió algunos escalones más,
cuando de repente, la escalera resbaló y Carlitos se aferró a la marquesina con
todas sus fuerzas, no cayó al suelo, pero terminó con los brazos raspados.
Lo que Carlitos no pudo
ver, fue que la escalera estaba mal
puesta, su papá si lo vio y le advirtió, pero el ímpetu de aquel niño lo llevó
no sólo a desobedecer la autoridad de su padre, también los llevó a padecer
consecuencias que sus bracitos padecieron.
A los que somos llamados
cristianos nos pasa lo mismo que a Carlitos; nuestro Padre Celestial nos
advierte y tenemos la facultad de decidir si obedecemos el consejo o lo dejamos
pasar haciendo nuestra voluntad y padeciendo nuestros errores. Si decidimos
obedecer el consejo sin duda disfrutaremos la bendición del Señor.
No se trata de escuchar
solamente, sino de obedecer y hacer lo que escuchamos. Si sólo oímos no
servirá, si hacemos algo que no oímos seguramente nos equivocaremos la mayor
parte de las veces, sufriremos no solo
brazos raspados, sino heridas en el alma.
El oír la voz de Dios y
obedecerle al pie de la letra, es reconocer que es sabio, poderoso, eterno y
que conoce lo que es mejor para nosotros y siempre nos advierte de lo que
debemos evitar para no sufrir de balde, pues el no ve sólo la escalera mal
puesta, nos conoce y conoce nuestras debilidades, así que el obedecer es la
garantía de ser bendecidos.
Obedecer
lo que Dios nos dice, nos garantiza su bendición.
Con Cariño, César Danyel