Translate

martes, 5 de enero de 2016

El pecesito y la pajarita


2 Corintios 6:14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?


En un riachuelo vivía un pequeño pececito, pececito que era inquieto y curioso como lo son todos los que empiezan a vivir. Cierto día escuchaba los consejos de los mayores, pero le parecían aburridos y poco divertidos, por lo que hacía exactamente lo contrario, para así poder reír de sus truhanerías.
Un día el pececito jugaba a la orilla del rio y conoció a una linda pajarita; cantaba hermoso y los colores de sus plumas eran muy bonitos. Sin darse cuenta el pececito pasó de admirar a la pajarita por sus bellos colores a enamorarse de aquella de otra especie. La pajarita también creyó enamorarse del pececito y después de juegos a la orilla del rio, nació un pequeño romance que nadie entendía.
Los mayores en el riachuelo trataban de advertir al pececito de que esa no era una buena idea, sin embargo el pececito no lo tomó de la mejor manera y se ofendió. Pensó que nadie quería que fuera feliz, que nadie lo quería y que sólo la pajarita podía entenderlo y hacerlo feliz. Cada  vez que alguien le decía que no continuara con ese lindo capricho, se indignaba y se encaprichaba más y el amor que pudo llegar a sentir se eclipsó por el deseo de demostrarles a todos que se equivocaban y llegaría hasta lo último para demostrarlo.
Una tarde la pajarita llegó  con una buena noticia, había terminado de construir su nido en una ramita cerca del riachuelo donde se conocieron. La alegría se esfumó del rostro de la pajarita al ver la duda del pececito con respecto al nido. –Si me quieres sal del agua—le reprochó al pececito, ella lloró e insistió mucho hasta que contrario a su naturaleza aceptó. –Todos sabrán que se equivocaron—se repitió miles de veces y salió del agua. No pasó mucho tiempo, de hecho menos de lo que esperaba y el pececito murió por creer que viviría dónde estaba condenado a morir.

El yugo desigual es más peligroso de lo que podemos pensar, hay pececitos que pueden vivir fuera del agua, pero no viven igual, hay jóvenes cristianos que creen que pueden vivir fuera de la iglesia por un amor que sólo ellos entienden aunque les cueste la vida. Recordando las palabras de un gran siervo de Dios: “Piensa, medita, reflexiona y actúa”.




Con cariño
César Danyel

No hay comentarios:

Publicar un comentario